lunes, 3 de diciembre de 2012

"Nous voulons la vie èternelle"

       Espectros de Artaud. Lenguaje y arte en los años cincuenta
       Museo Reina Sofía, Madrid
       Marta del Castillo Bravo

“Nous voulons la vie èternelle”, así se traduce uno de los cuadros letristas de Maurice Lemaitre (Canallas IV) que componen la exposición de “Espectros de Artaud. Lenguaje y arte en los años cincuenta”, en el Museo Reina Sofía de Madrid. Y qué razón. Pese a no conocer a ninguno de los artistas allí representados, incluso no conocer la vida y obra de Antonin Artaud, uno termina la exposición como si hubiera retrocedido sesenta años atrás y entendiera de primera mano todo el movimiento originado a raíz de la figura de Artaud. Aunque, hay que reconocer, que la exposición se decanta muchísimo más por los artistas franceses que por los estadounidenses y los brasileños, a los que dedica a cada uno poco más de una sala. Desde el primer momento uno ya se da cuenta de que allí dentro habrá poco de racional, puesto que nada más pisar la sala se comienzan a escuchar los gritos de fondo de Gil Wolman o de Maurice Lemaitre mientras se lee detenida y concienzudamente las palabras de Artaud en lo referente a la medicina y el rechazo a sus prácticas, las cuales, según éste, conducen al “estado del Bardo” o charco, una metáfora referida al estado del “no-yo”, es decir, la erradicación de la propia persona. Por si el desconcierto es poco, los cuadros y dibujos que se exponen de Gabriel Pomerand, de Isidore Isou y del ya mencionado Maurice Lemaitre, por una parte recuerdan a dibujos infantiles, y por otra, se asemejan a símbolos o jeroglíficos, y la primera reacción frente a éstos es de “me están tomando el pelo”. Frente a todo este “caos” irracional, si se tiene buen ojo, uno puede hasta divertirse intentando descifrar el código de los cuadros de Lemaitre, entretenerse con los dibujos de Isou de los episodios Antiguo Testamento, encontrar sentido a las formas humanas de los cuadros de Pomerand o descubrir la numerosas alusiones al miembro masculino en los dibujos de Artaud y en algunos otros cuadros de los artistas ya mencionados. Gracias a los carteles de la exposición (me da que sin ellos no se entendería nada) deducimos que éstos artistas pertenecen al movimiento letrista, movimiento vanguardista de posguerra, y que éste no sólo se dio en la disciplina de la pintura, sino que la exposición muestra su influencia en el cine (películas con duración de hora y media, como la que al principio se muestra de Isidore Isou, Lemaitre, Gil Wolman y François Dufrene), que a su vez fue influenciado por las palabras de Artaud: “Por mucho que lo intentemos, el oído siempre oirá el sonido de la sala, mientras que el ojo percibe lo que sucede en la pantalla en un lugar distinto de la sala”, y que, por deducción, pretende la separación del sonido de la imagen. Al margen de todo el movimiento francés, la influencia de Artaud en EE.UU se representa bastante mal en la exposición, puesto que hay mucha escenografía montada pero muy pocos carteles alusivos a ésta, y en Brasil sólo se deduce la influencia de Artaud con respecto a la práctica de los tratamientos psiquiátricos y un movimiento llamado “poesía concreta”. Personalmente, la exposición ganaría más si hubiera estado dedicada exclusivamente al movimiento francés, puesto que hay demasiada información en poco espacio. 

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