Se podrían escribir páginas... pero
No quiero caer en repetir las mismas ideas y los mismos
términos una y otra vez.
Una locura, aparentemente desordenada, de una
complejidad conceptual impredecible… quizás ayudarían a describir la exposición
de Artaud en el Reina Sofía. Pero, la verdad es, que muchas veces visitamos
exposiciones incomprensiblemente (para nosotros) grandes, tremendamente
complejas, en las que no podemos ni acercarnos a imaginar qué tipo de orden
siguen, y que por descontado, nos parecen una locura, una marabunta
irreconocible, incognoscible, inconmensurable para nosotros. Pero como he
planteado al principio, la idea, en esta ocasión, no es redundar en torno a
todo este, también desordenado cosmos, de términos que al final no expresan
nada.
Lo cierto es, que la exposición es fácil de entender, si
simplemente la recorres de arriba abajo empapándote de su esencia, porque al
fin y al cabo, y tal y como aparece manifiestamente en el texto descriptivo que
acompaña la muestra, la idea es reflejar la influencia de Artaud en diferentes
manifestaciones artísticas de su tiempo, en torno a los años cincuenta. Gran parte del mensaje que se lanza a través
de las diferentes obras y artistas se puede interpretar y entender desde un
plano intuitivo de nuestra consciencia, y en cierta medida pienso, que cuantas
más vueltas se le da a la exposición, intentando encontrar un sentido claro, un
objetivo determinado en su orden, más se aleja este de nosotros. La única
pretensión de la muestra parece ser contrastar, y evidenciar la influencia de Artaud,
al meter en un espacio unificado parte de la obra del francés, junto a otras manifestaciones
contemporáneas, en las que deberíamos poder apreciar su influencia. El
resultado es una exposición que puede resultar compleja, pero sólo tan compleja
como queramos hacerla, puesto que el espectador es quién decide en qué modo accede
a sus contenidos.
Los artistas provienen de tres panoramas diferentes:
Francia, Estados Unidos y Brasil. Encontramos muy diversos medios de expresión
artística. Encontramos también diferentes formas de trabajar, incluso en un
mismo medio… y sin embargo sigue habiendo hilos conductores de la exposición,
una serie de elementos con los que cada una de las obras expuestas tienen
relación, estos son: la relación entre la obra y el espectador, la creación de
un lenguaje artístico y/o visual nuevo, que dote de nuevos significados, y
significantes a la obra, la relación entre el lenguaje y el cuerpo, la
preocupación por las cuestiones esenciales de la vida… la preocupación por
encontrar nuevos medios de expresión. En lo referente al lenguaje visual, todo esto
se traduce en el empleo de signos y símbolos, también podríamos hablar de una
tendencia “primitivista” en el modo de representación. Lo que a su vez nos hace
plantearnos ¿qué es realmente la modernidad en el arte?
Victoria García