Concepción Balmaseda Gómez-Cabrero
Charles Sandison. Nature Morte. Galería Max
Estrella. Madrid.
Antes de ver su obra terminada, Charles Sandison primero
debe trabajar preparando complicados programas a partir de algoritmos
matemáticos. Son imágenes generadas por ordenador que antes de convertirse en
una propuesta visual, han sido comandos integrados en un software creado por el
propio artista.
La utilización de la tecnología en al arte es una
tentación extremadamente atractiva para buscar nuevas propuestas. Wolf Vostell
presentó su primera obra que incorpora un televisor en 1963, pero antes, en
1953, cuando el informalilsmo y el expresionismo abstracto eran las corrientes
artísiticas que presidían el momento, se realizó en el Sanford Museum de
Cherokee, una muestra de gráficos generados por una máquina electrónica. Los
principales iniciadores del arte digital son Robert Mallary, Jhon Landsown,
Friede Nake y Charles Csurl, que está considerado como el impulsor de la animación
computada. En 1964 creó el primer ordenador de arte.
Charles Sandison continúa por esta línea de
aplicación tecnológica y crea en la instalación de la sala Max Estrella, un
universo en continuo movimiento, de palabras, signos, conceptos y puntos que forman
frases. El observador tiene la sensación de encontrarse en el interior de una
disolución química a escala microscópica y que él es una de las moléculas que
siguen el movimiento browniano, caótico y silencioso, donde las otras
partículas son palabras que evolucionan de distintas formas, a veces creando
frases, otras de forma independiente.
El lenguaje es el producto final de la evolución y
ahí estamos incluidos nosotros. De
hecho, al espectador le resulta inevitable moverse, para poder contemplar la
proyección desde distintos puntos de vista. Desde ese momento, nos convertimos
en parte de la obra. En la pieza
central de la exposición, The Birth of
Language, donde las letras y palabras proyectadas se salen del propio
recinto invadiendo el adyacente, quién entra pasa a formar parte de la
composición.
La programación lanza palabras elegidas en un 50% de
forma aleatoria, y el otro 50% lo hace siguiendo una pauta premeditada, por lo
que resulta complicado encontrar sentido a lo que aparece escrito. Es cuestión
de paciencia. La elección que hace Sandison de los textos (del 50%
predeterminado) en la instalación de Max Estrella, trata del origen del hombre
y de las especies, aparecen frases desmigajadas de la Biblia y del manifiesto
comunista de Marx, letras de la primera línea del genoma humano, junto con
palabras que forman una calavera (versos
escritos en una calavera usada como copa de vino de Lord Byron) que
implosiona hasta formar el huevo cósmico que vuelve a expandirse en un nuevo
big bang, creando el ciclo del universo pulsante, es todo en conjunto, una
invitación a la reflexión. Una prueba de que el arte conceptual, también se
puede hacer huyendo de la sencillez y cuidando al máximo cada detalle puramente
formal. El resultado es estimulante y estéticamente espectacular.
El propio autor dice de si mismo en una entrevista
que le hizo el crítico checo Pavel Bücher: “mi trabajo consiste literalmente en
colgar palabras de la pared”. Ciertamente, y lo hace de forma difícil de
olvidar.
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