lunes, 15 de octubre de 2012

Maldito Artaud


María José Llamas
Espectros de Artaud. Lenguaje y arte en los años cincuenta.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía


El MNCARS apuesta por destacar la figura de Antonin Artaud más allá de su labor como dramaturgo y crítico teatral. La muestra pretende poner en valor la influencia decisiva que ejerció Artaud en las vangauardias de posguerra y su papel como nexo entre los movimientos artísticos del periodo de entreguerras. Con más de 300 piezas entre manuscritos, dibujos, fotografías, materiales audiovisuales y piezas sonoras, el museo rinde homenaje a Artaud a través de los artistas en los que su influencia fue más directa, no solo en París sino en también en Estados Unidos y Brasil.

Antonin Artaud fue un artista polivalente como pocos. Trabajó en campos tan variados como la poesía, la novela, y la traducción, pero también fue dibujante, pintor, actor, ensayista y director. En sus dos manifiestos recogidos  bajo el título “El teatro y su doble” publicados en 1938, expuso su concepto del teatro de la crueldad para defender la  idea de que el teatro debía afectar profundamente al espectador y trascender el lenguaje. Esto podía lograrse a través de sonidos onomatopéyicos y de una distribución poco convencional del escenario. Los frutos artísticos que la influencia  de esta teoría produjo a lo largo y ancho del mundo durante los años cincuenta del siglo XX, pueden contemplarse, o más bien experimentarse, en el montaje del Reina Sofía.

Para entender los postulados de Artaud es fundamental situarle en su contexto histórico-artístico como heredero del dadaísmo y posteriormente militante del surrealismo, al que acabaría repudiando. Sin duda ambas experiencias confluyeron en Artaud en una voluntad de ruptura, de búsqueda del caos para desde ahí comenzar a construir. En este sentido la muestra recoge ampliamente la enorme influencia que ejerció en el movimiento letrista. La descomposición en letra de la poesía, para continuar el proceso creativo utilizando otros alfabetos además del latino, pictogramas o incluso elementos inventados, queda recogido en numerosas de las obras expuestas. En definitiva, destacar el valor de la palabra por si misma, y no tanto por su significado, fue el leit motiv de muchos de estos artistas entre los que destacan Isidore Isou, Gabriel Pomerand y Maurice Lemaître. La impronta de Artaud también se deja ver en el llamado movimiento neoconcreto, a través de las obras de algunos de sus principales exponentes como Lygia Clark, Hélio Oiticica o Ferreira Gullar, firmes defensores del arte como experiencia multisensorial. Junto a los dos focos anteriores destaca también la influencia que transmitió en la obra de artistas americanos como John Cage, Robert Rauschenberg o Robert Tudor y del escritor sueco Öyvind Fahlström, autor del primer manifiesto de poesía concreta que puede contemplarse en la exposición. 

No es ésta un exposición sencilla y requiere de un espectador activo que se involucre en la visita, o mejor dicho, antes de la visita. El MNCARS ofrece una experiencia multisensorial al más puro estilo Artaud, dejando patente que su fantasma sigue vagando entre las obras que inspiró.

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