martes, 16 de octubre de 2012

Nada Lógico.


Nada lógico.

Cristina Mª de Pedro Abad.
Espectros de Artaud. Lenguaje y arte en los años 50. Antonin Artaud. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid.

El museo Reina Sofía abre sus puertas al artista polifacético Antonin Artaud, que busca sobre pasar los límites del lenguaje mostrándonos las vanguardias de la época no sólo en pintura y dibujo, también en vídeo, audio, con diferentes manuscritos, libros sobre otros autores, vinilos… Todo esto se recoge en las más de tres salas que hacen eterna la exposición, en la que como no vayas con la mente bien abierta, intentando ir más allá de los límites lógicos… no entenderás nada.

Para intentar comprender las diferentes obras de arte que nos muestra este artista, es necesario conocer que no era psicológicamente estable ya que sufría paranoias, crisis nerviosas y pasó varios años en manicomios donde fue sometido a terapias electroconvulsivas. Con estos problemas y siendo un autor surrealista, se nos hace más complejo conocer y entender esta exposición.

Lo primero que nos encontramos al llegar a la exposición, es un vídeo en el que nos pretende explicar la ruptura de la imagen con el audio, un vídeo de más de dos horas que se hace un poco soporífero, y el movimiento Letrista con autores como Gil Wolman o François Dufrêne, quienes tienen gran influencia sobre Artaud.

En la sala contigua nos encontramos con unas novelas metagráficas, las cuales no se pueden entender si no tienes conocimientos de francés, realizadas por Isidore Isou. Además de ver diferentes cuadros de este tipo y de otros autores, de fondo se escuchan sonidos que no nos transmiten ningún tipo de comodidad ya que son bastante molestos y ni se entiende, desde este momento ya nos introduce piezas simplemente sonoras en la exposición, que no serán las únicas.

A lo largo del recorrido hay unas salas iluminadas con una luz tenue, en una de ellas hay diferentes cascos en los que puedes escuchar “piezas poéticas” y “musicales” de John Cage, Pierre Boule y Gilberto Mendes, entre otros; más que transmitir serenidad te invitan a dejar la exposición de lado e irte por dónde has venido.

En cuanto al ámbito audiovisual, a parte del primer vídeo, nos encontramos otras tres proyecciones que no te pueden dejar indiferente, sobre todo las terapias llevadas a cabo por Lygia Clark en enfermos mentales que basa su recuperación en un tubo por el que sopla, una bolsa llena de aire, piedras metidas en una media… y demás cosas surrealistas que no alcanzo a comprender.

Cada paso que das en esta exposición te desconcierta más, no sabes qué pensar, no lo entiendes y te ves en un callejón sin salida. Tal vez no hemos vivido las posguerra o estado en un psiquiátrico, quizás estamos demasiado acostumbrados al arte clásico y a no sobrepasar los límites conceptuales, todavía nos queda mucho por aprender.

No ha quedado demostrado, ni mucho menos, que el lenguaje de las palabras sea el mejor posible.

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