lunes, 8 de octubre de 2012

De naturalezas muertas y palabras vivas.


Delia Martínez Vázquez

 
Charles Sandison. NATURE MORTE
GALERÍA MAX ESTRELLA. Santo Tomé, 6 (patio). Madrid.
Desde el 13 de septiembre hasta el 3 de noviembre de 2012.

“Maga, vamos componiendo una figura absurda, dibujamos con nuestros movimientos una figura idéntica a la que dibujan las moscas cuando vuelan en una pieza, de aquí para allá, bruscamente dan media vuelta, de allá para aquí, eso es lo que se llama movimiento brownoideo, ¿ahora entendés?, un ángulo recto, una línea que sube, de aquí para allá, del fondo al frente, hacia arriba, hacia abajo, espasmódicamente, frenando en seco y arrancando en el mismo instante en otra dirección, y todo eso va tejiendo un dibujo, una figura, algo inexistente como vos y como yo, como los dos puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de allá para aquí, haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos mismos, una interminable figura sin sentido.” Rayuela. Julio Cortázar

La obra que nos presenta Charles Sandison posee el poder hipnotizador de una hoguera encendida. A partir de palabras, letras y signos de puntuación que danzan ante nuestros ojos en virtud de un programa informático consigue convertir lo inorgánico en orgánico. ¿Puede un algoritmo contener la chispa de la vida?

La proyección Nature Morte no es más que palabras en movimiento, pero consigue que el espectador no pueda dejar de mirar. El autor recrea un microcosmos de monosílabos que se expanden hasta formar sencillas palabras y de nuevo se contraen hasta volver a su origen para de nuevo explotar como un big bang que genera una calavera que podría ser la tuya, la mía, la de todos.

Pero la muestra no se conforma con recrear un cráneo humano que, por mucho carbono que contenga, no es más que un esqueleto inerte. En Quantum Foam  las letras y signos cobran vida ante nuestros ojos para convertirse en hebras de ADN, en bacilos, en cocos que danzan una maravillosa coreografía browniana (o brownoidea, que diría Cortázar). Estas partículas  surgen y son aniquiladas al son de la espuma cuántica que Sandison ha imaginado. Al fin  y al cabo, son partículas virtuales.

El zénit de esta realidad virtual se alcanza con la atmósfera que crea la proyección envolvente The birth of lenguaje. Esta bella metáfora del nacimiento del lenguaje se crea proyectando las palabras contenidas en El origen de las especies de Charles Darwin y dotándolas de un movimiento que recuerda al de una colonia de hormigas que se comporta como un único organismo, al igual que un conjunto de palabras se une para emitir un mensaje común. La pieza tiene el valor añadido de incluir al espectador en ella, ya que no se limita a una proyección sobre una pared sino que traspasa todo marco inundando la estancia y haciéndote partícipe de tan bella experiencia.

Así pues, Sandison consigue transformar las unidades básicas del lenguaje en unidades básicas de vida. Aplicando a las letras patrones de movimiento presentes en la naturaleza, consigue dotarlas de una calidez orgánica, insuflarles vida. De este modo, construye un universo a su medida en el que los sillares los ha elegido él. Caprichos de programador, caprichos de demiurgo.

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