TAMARA SALAS FORTES.
ANTONIN ARTAUD. ESPECTROS.
MUSEO REINA SOFIA.
EL SENTIDO DE LO SURREAL.
En esta exposición, que consta de un buen número de salas
diferenciadas, caracterizadas cada una de ellas por albergar distintos aspectos
o al menos representaciones artísticas predomina sobre todo, los sistemas gráficos.
No se trata de una exposición que se base en la
funcionalidad, o en la estandarización si no que confluyen iconos, letras,
pictogramas o jeroglíficos todos ellos combinados y encajados con naturalidad y
espontaneidad, pero sin olvidar ni dejar de lado el sentido o la intención de
transmitir un mensaje o una sensación, olvidándonos del si porque si.
Podemos experimentar en la exposición como la repetición de
fonemas continuados pueden provocar en nosotros un cierto desconcierto, porque
en ocasiones no entendamos lo que quiere decir, ya sea porque no compartimos el
mismo idioma o porque simplemente lo que nos dicen no llegue a convertirse en
una comunicación plena, hay que tener siempre presente que la comunicación o la
transmisión no siempre está basada o respaldada por un feedback, muchas veces
el comunicador no obtiene una respuesta directa, pero sí que logra un efecto
comunicativo en tanto en cuanto con su obra, da por satisfecha su intención de
provocar algo en el resto del mundo, positivo o negativo, bueno o malo
simplemente dejar huella en las personas que comparten el resultado de la
misma, y es en esta exposición lo que ocurre, que independientemente de la
sensación con la que te vayas de ella, tras haberla visto no te ha dejado en
ningún momento indiferente.
Y es que el arte no tiene una concordancia plena o matemática,
no se trata de una función o un logaritmo de algo comprobado o medido, en
ocasiones esperamos que todo sea como hemos visto anteriormente o a lo que
hemos estado acostumbrados como resultado de
la evolución que han tenido la cultura, las artes plásticas o visuales
en la sociedad, esto es otro de los aspectos del que la exposición en cuestión
no toma parte, del que se sale y no toma conciencia.
La ubicación del autor y de la obra podemos contextualizarla
en el movimiento letrista, en concreto, y en el entorno de las vanguardias,
surrealismo y dadaísmo.
Y ¿cómo es posible, que
todavía podamos salir sorprendidos de una exposición?, si nos vanagloriamos de
vivir en un mundo moderno en una sociedad que dice que avanza que deja atrás
los legajos de lo arcaico, clásico, antiguo y lo vanguardista nos resulta algo
incomprensible porque carece de las líneas generales, a lo que acostumbramos
ver bello o lógico, o mejor dicho lo que nos han enseñado que es bello interesante o merecido, y es que para ver arte hay que tener
la mente abierta cuanto menos, dejarnos llevar y comprobar si lo que vemos
verdaderamente nos conduce a algún sitio, aunque este mismo en numerosas
ocasiones no tenga salida, o que dicha salida no sea la que buscábamos o
esperábamos encontrar.
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