lunes, 8 de octubre de 2012



DEL OCRE AL ALGORITMO

JESUS LOPEZ TEJEDOR

NATURE MORTE

CHARLES SANDISON

Madrid, Max Estrella


“Mi trabajo consiste literalmente en colgar palabras de la pared”, le dijo Charles Sandison al crítico checo Pavel Böchler, que ha publicado varios ensayos sobre su labor.  Y el artista escocés, aunque afincado en Finlandia desde 1.995 sigue colocando sus palabras en la pared. De forma magistral sitúa sus obras en un espacio abierto y diáfano de la galería madrileña Max Estrella, donde ya expuso su anterior obra en 2006.
En tres salas en penumbras, podemos observar el conjunto de la obra que el artista nos muestra en Madrid, en la primera un video nos muestra un conjunto de imágenes donde predominan unas imágenes estilizadas.
En la segunda sala se coloca la pieza central de la exposición “The Birth of the Language” y acompañando a éste “Nacimiento del lenguaje” van apareciendo todos los punto y aparte del famoso libro “Sobre el Origen de las Especies”  del biólogo inglés Charles Darwin. En esta ocasión sus múltiples palabras van naciendo y moviéndose por la pared, deslizándose, chocando unas contra otras, unas veces para salir rebotadas en dirección opuesta y otras veces superponiéndose por unos segundos.
Son imágenes de gran belleza plástica, psicodélicas, que transmiten una gran paz interior, al mismo tiempo que te hace buscar en lo más profundo de tu conocimiento algún segundo significado, algo más intenso que el simple placer que produce su visión. Algunas veces se producen frases, obviamente no son producto del azar, sino que nos quieren imbuir ese halo de misterio y fascinación, como la secuencia de odio, muerte y fin. Las palabras son siempre sencillas, no así el significado que cada uno quiere obtener, donde podemos buscar otro significado de la realidad.
Las palabras en distintos idiomas, cifras repetitivas, signos de puntuación, son creados en el formato de video a través de algoritmos producidos por la mente del artista. Siguiendo la estela de algunos proyectos de la artista norteamericana Jenny Holzer, (Gallipolis, Ohio, 1950).
En la misma sala, podemos maravillarnos con su calavera a base de palabras cortas en ingles, son dardos que van implosionando  nuestras cabezas mostrándonos con crudeza, como podemos ser objeto de las empresas mediáticas que nos van rellenando nuestro pequeño cerebro de sus ideas preconcebidas para que al final hagamos lo que desean. El sentido contrario, con una explosión de las palabras que en su día nos permitieron pensar y que con la situación actual, solamente podemos huir hacia la nada.
En la tercera sala, tenemos una visión celestial, donde los distintos puntos moviéndose por  las paredes y techo, simula una noche cósmica, donde todos los cuerpos de la bóveda celestial se van moviendo, mandándonos mensajes que nos permiten mantener una tranquilidad suma, tumbado en el centro de la sala, para no provocar ninguna distorsión en las imágenes, si se tiene la suerte de estar solo, se pueden disfrutar de los mejores momentos del arte conceptual actual.
Allí tumbado, me vienen a la memoria los bisontes de Altamira, y como el arte ha conseguido evolucionar desde esos “magníficos tonos ocre”  al algoritmo.

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