Cristina Salcedo Solís
Charles Sandison, artista visual nacido en Escocia y
residente en Finlandia, íntimo amigo del arte conceptual, nos presenta su
exposición Nature morte, acogida en
la Galería Max Estrella, que contaba ya con 6 años sin exponer individualmente
en Madrid.
En ella podemos encontrarnos proyecciones que amenazan a los
sentidos con sus espirales de luces, colores, palabras, signos…
Para la creación de las mismas, Sandison se sirve de
programas de ordenador concebidos por él mismo, cuya función es la generación de
términos y la proporción de vida y movimiento a éstos.
La ambientación de las salas es absolutamente propicia,
oscuridad que provoca la concentración de hasta el último ápice de nuestro
interés en lo proyectado en paredes blancas e incólumes.
Es normal que un artista que ha llegado a invadir con sus
paraísos de formas iluminadas el Grand Palais de Paris nos sorprenda al cabo de
pocos segundos de admirar su peculiar arte. Arte que se centra, sobre todo, en
el poder de las palabras. Porque no hay nada que inspire más al ser humano que
una, una sola palabra. Pero si nos aprovechamos del sentimiento que una sola
despierta, por qué no elegir muchas de ellas e introducirlas grácil y
sutilmente en hélices de tonalidades y brillos captadores por y en si mismos.
“Rage” “deviation” “hot” “no” “time” pero también signos
como “&” o “/” son los protagonistas inquietos que nuestra mirada sigue con
vehemencia, llegando a provocar incluso ligeros mareos.
La pieza central de la exposición, The Birth of Language, es quizá la más fascinante de todas. En un
primer momento, no consideré necesario detenerme a analizarlo en profundidad. Los
puntos centelleantes, como si de estrellas se tratasen, absorbieron por
completo mi capacidad de juicio y atención, convirtiéndome en un objeto inerme.
No pude resistir la tentación de dejarme caer al suelo, apoyar la cabeza sobre
mis manos y contemplar, contemplar el espectáculo que se me regalaba.
Al leer la reseña de la exposición, el sentido biológico
pero no por ello menos poético de la pieza central terminó de convencerme.
Aquellos puntos centelleantes que me habían mantenido absorta durante varios
minutos, eran los mismos que componían el texto completo de Sobre el Origen de las Especies, de
Charles Darwin.
La intención del artista es dotar de vida a unas palabras
que sin duda carecen de ella, y sólo son un simple medio, una transmisión. Las
diferentes lenguas que existen en nuestro planeta no son más que la
aglomeración de millones de términos, millones de maneras de decir algo con el
mismo significado que no es nada en sí mismo y, en realidad, posee el sentido
que nosotros queremos que posea.
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