sábado, 6 de octubre de 2012

Espacio non-finito


Lidia Álvarez Jadraque
Charles Sadison. Nature Morte. Galería Max Estrella. Madrid.
-¿Ser o no ser?, esa es la cuestión- Shakespeare ya se planteo en su Hamlet la eterna duda sobre la existencia como tal del hombre.  Pero otros muchos antes que él también se lo cuestionaron. Filosofía, historia, literatura o arte, han marcado el paso a paso de la evolución del hombre desde su origen hasta nuestros días.

El ser humano es un compuesto homogéneo de piel, huesos, órganos, etc., o eso creemos porque quien nos dice que quien nos dice que no somos un simple sueño, o la idea de un ser superior a nosotros mismos como planteó Descartes. Somos perecederos por lo que, la vida es en sí misma, un continuo ir y volver. Nacemos, vivimos, nos relacionamos con nuestro entorno, y cuando ya empiezas a entender cómo va el mecanismo de este mundo morimos para, quizás quien sabe, volver a este mundo desconcertante convertidos en otras personas u otras cosas. En ese momento, y como se dice popularmente: “mal de muchos consuelos de todos”.

La vida y la muerte son como cada uno se la crea. Cada uno inventamos nuestra propia historia con nuestros propios pasos, decisiones y palabras.

Con esta relación entre ciclo de la vida y la escritura, Charles Sandison constituye su exposición Nature Morte. Está formada por cuatro proyecciones en las que mediante palabras como vida, olvidar, poder o cambio forma el transcurso de la vida. El color pálido de las paredes contrasta con los colores vivos como el rojo, amarillo, azul o verde de las proyecciones. Estos colores aparte de ser los primarios son los que más nos encontramos a nuestro alrededor. El rojo de la sangre, el verde y los amarillos del transcurso de la naturaleza, árboles, flores, plantas… o el azul del cielo y el agua. Son colores que envuelven al espectador en esa burbuja que el autor pretende crear con su obra.

En la entrada a la galería encuentras la primera proyección, puede verse como el símil del comienzo de la vida, las palabras se asemejan a los bio-organismos que van evolucionando, multiplicándose y finalmente se van juntando hasta formar algo compacto; La siguiente sala de proyección es, bajo mi punto de vista, el transcurrir de la vida. Un espacio blanco neutro, mas grande que los otros, en el que se ven tanto palabras buenas como no tan buenas, pues al fin y al cabo la vida es eso pasar por momentos buenos y malos; al salir de ésta encuentras de frente en una esquina la proyección de una calavera que se va observando desde distintos puntos de vista (de frente, de lado, desde abajo…), que simboliza el final, la muerte. A la espalda del espectador desde esta imagen, encuentras el último símbolo, el eterno retorno, dos símbolos de infinito que se van entrelazando sin parar. Con este último reflejo, Sandison parece querer dar a entender que aunque no lo veamos o no lo creamos, volvemos a nuestros orígenes, la naturaleza, pues siempre se ha dicho: “Del polvo vienes y en polvo te convertirás”.

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