DEMASIADOS
FANTASMAS
Marco
Torres Romero de Ávila
Espectros
de Antonin Artaud: Lenguaje y arte en los años 50. Múltiples
autores.
Museo
Reina Sofía. Edificio Sabatini. Madrid (Atocha)
Hasta
diciembre podremos disfrutar de la faraónica exposición que se nos
ofrece en el Museo Reina Sofía de Madrid: Espectros de Antonin
Artaud, lenguaje y arte en los años 50. Realmente se trata de
una exposición tremendamente amplia y heterogénea, lo cual puede
gustar más o menos, pero no se puede negar que brinda muchísimas
posbilidades;
con un
nombre más que acertado, encontramos desde trabajos vanguardistas
franceses de los años 50, hasta extrañas tendencias setenteras
brasileñas.
Al
final, las escasas obras del propio Artaud son lo de menos, aunque a
título personal, fueron las que más me llamaron la atención, con
ese aura tan enfermiza y majara que lograba transmitir. A la cola le
siguen los letristas franceses de posguerra (Wolman, Dufrene,
Lemaitre..), que con numerosos escritos, pinturas interesantísimas y
filmes, logran una sección relativamente homogénea y de alta
calidad, prolongando el legado de Artaud en su insistente interés
por trascender el mero lenguaje.
En esta
línea, y de forma más aislada, econtramos la obra del sueco
Fahlström,
con su primer manifiesto de la poesía concreta, que realizó tras
saber de Artaud, aunque llegando ya a un nivel mayor de abstracción
de la lengua.
Acercándonos
a la sección de los artistas brasileños, se puede constatar que
existe una cada vez menor influencia del espectro del francés,
siendo más bien ligerita en algunos momentos.
Respecto
a los métodos de desarrollo creativo en psiquiatría de la doctora
Nise Da Silveira, se me hacen iniciativas admirables y de ideas
interesantísimas, no obstante, un pelín (con muchas comillas)
““““sobrantes”””” dentro del contexto de la
exposición. Me explico. A pesar de la importancia que haya podido
tener Artaud en estos métodos, sigo viéndola como algo más
desligada de la estela del francés que otros de los autores
expuestos, puesto que podrían haber surgido de otro modo,
simplemente eso.
Mención
especial a la proyección dedicada a Lygia Clark, donde sus formas de
terapia, de las cuales no dudo el efecto relajante que producirán,
no me dejan de parecer de un ámbito totalmente desligado del arte,
con algo más de gesticulación teatrera más propia de un tarot.
Finalmente,
las últimas proyecciones y obras referentes al anti-psiquiatrismo,
que tan bien conocieron y tanto promulgaron en vida Artaud o Isidore
Isou, sí que resultan especialmente interesantes.
A
pesar de todo, la exposición engloba un montón de autores y
trabajos más, por supuesto. También cabe destacar la ingente
cantidad de carteles, vinilos, manuscritos, originales varios de la
época, etc.. que quedan desperdigados a lo largo y ancho de todas
las salas, y que no dejan de resultar curiosos, amén del valor
histórico obvio que poseerán para aquel extremadamente interesado
en todo lo circundante al contexto de las obras.
Coloridos
lienzos vanguardistas, ruidosas y sorpresivas películas que implican
totalmente al público y lo desconciertan (un aplauso por esa
proyección-pelota), divertidos escritos sobre temática sórdida,
etc.. todo ello y más atrapa los espectros de Antonin Artaud.
A
modo de conclusión, diría que veo una exposición demasiado amplia
y dispersa. Bueno. Tampoco es malo. Sólo que en este caso, detecto
cierta excesiva euforia en el intento de ver a Artaud en demasiados
sitios diferentes y, si bien fue suficientemente creativo y
polifacético como para ello, tanta disparidad me impidio disfrutar
tan plenamente como lo habría hecho con, quizá la mitad de estos
homenajes al genial francés.
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