lunes, 8 de octubre de 2012

DESTELLOS DE VIDA


Charles Sandison, Nature morte. Max Estrella. Madrid.

 Iris Gil Ramos.

En el momento en el que te adentras en la galería te percatas de que lo que vas a ver no es, ni por asomo, la idea preconcebida de lo que entendemos por arte. Nos encontramos con unas pequeñas salas en las que no hay nada, nada de lo que esperas ver…  la oscuridad  te envuelve  y en las paredes  lisas se proyecta, a simple vista, un juego de luces que se mueven, se deslizan  y desparecen para volver aparecer con otra apariencia.

Esta es la primera impresión que causa la obra del escocés que trabaja con programas de ordenador y usa como elementos constructivos las palabras en diversos idiomas, números o signos ortográficos, sorprendiendo y sumiendo al espectador en un juego de luces y sombras.

Sandinson coloca sus obras en diferentes superficies y las hace moverse aleatoriamente dejando al espectador en el medio de la obra, sumido en la oscuridad  haciéndole partícipe de lo que ocurre a su alrededor.  Sus obras tienen gran carga sensorial, están compuestas por colores fuertes y eléctricos creando imágenes potentes,  las cuales cuesta dejar de mirar ya que siempre son diferentes y da la sensación de que te pierdes algo.

En la pieza central, The Birth Of Language, el espectador se adentra en una atmosfera de puntos blancos de los que se suceden palabras y fragmentos de frases, en los que en un primer momento intentas buscar un sentido, ordenarlos para sacar un mensaje claro. La sala te hace partícipe de la obra ya que la propia sombra se proyecta en las paredes y en los cuerpos se reflejan los torbellinos de puntos dando la sensación de ser pequeño y estar en el centro del universo rodeado de una pequeña  constelación. Hemos dejado de ser simples espectadores para ahora ser participes de las obras. En las paredes se “cuelga” el texto Sobre el Origen de las Especies de Charles Darwin.

En otra de sus obras de menor tamaño, nos encontramos frente a un conjunto de palabras multicolor, que se expanden pareciendo un pequeño big-bang colocándose unas encima de otras para crear una calavera, nos viene a la mente la idea de creación  que nos lleva a la muerte con el símbolo de la calavera. Este mismo esquema se sucede una y otra vez haciendo imposible para nuestra mente no relacionarlo con el círculo de la vida. En la obra que está justo al frente, observamos una corriente de números y palabras de todo tipo que no guardan relación aparente, se mezclan con colores  eléctricos verdes, rojos… llevándose toda la atención intentando sacar una conclusión clara y relacionar entre si las palabras.

En la pieza que encontramos nada más entrar, se suceden una serie de signos ortográficos, que se reproducen rápidamente casi como un organismo, en constante cambio mirado por un microscopio, semejante de nuevo al comienzo de la vida.

Necesitamos ser más indulgentes con el arte, no centrarnos en lo típicamente establecido y conocido como arte, debemos abrir nuestra mente a nuevas técnicas y formas de expresar y captar la esencia, dejarnos impresionar con este tipo de “obras vivas”.   

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