martes, 16 de octubre de 2012

La burla del arte y el sinsentido del sonido



La burla del arte y el sinsentido del sonido



Espectros de Antonin Artaud. Lenguaje y arte en los años cincuenta.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

 Francisco José Pascual Orozco


   Tras salir por tercera vez de visitar la exposición que alberga el museo Reina Sofía, me doy cuenta del profundo amargor de boca que me ha quedado tras contemplar tan desconcertantes obas. Expuestas en varias salas, se muestra un batiburrillo de información, a cada cual mas demoledora para el pensamiento por sus sinsentidos. 

   Por más que uno se informe solo logra un escaso conocimiento de la obra, aun leyendo sobre el principal autor. Lo único claro que tengo son las múltiples veces que lo expuesto, me dejaba sin habla y en un estado de colapso. Nos encontramos desde  un film que nos presenta el manifiesto sobre el cine de Isidore Isou  en el que explica la bifurcación entre imagen y sonido, haciendo un cine intelectual;   hasta la poesía dadaísta basada en sonidos estrambóticos. Todo esto pasando por las imágenes de los letristas que pretenden narrar una historia a través de un conjunto de idiomas, imágenes y símbolos. 

   Recreaciones de antiguos espectáculos, videos, películas, poesía, discursos, cuadros, todo esto nos podemos encontrar en esta exposición, que se hace densa y pesada de ver para aquellos profanos en la materia. Se convierte en una profusión de películas y videos que se alargan por horas, además en unas condiciones en las que el  visionado se torna  arto incomodas, que hacen que aun se haga más difícil el concentrarse en las obras del séptimo arte. 

   El titulo de la exposición no podría estar mejor escogido, espectros de Artaud. Lenguaje y arte en los años cincuenta, nos presenta eso mismo, los fantasmas de este artista, que como una sombra se apodera de nosotros haciendo que enloquezcamos y desesperemos con los sonidos emitidos. Los problemas mentales que Artaud tuvo, que lo llevaron a recibir terapias de electroshock terminaron friendo su cerebro, se traspasan a nosotros con imágenes en blanco y sonidos que evocan al subconsciente una intranquilidad propia de la película más escalofriante que se pueda ver. Además se acrecenta con el video que presenta a Lygia Clark, como una especie de chaman capaz de expulsar una vagina metafórica del cuerpo de los hombres. Esto llevaría a experimentar con enfermos mentales utilizando su arte como un elemento capaz de reconstruir psicológicamente al individuo. Este proceso, un tanto chamanico pone e manifiesto la delgada frontera entre el arte y el mundo onírico y el místico. Y una vez mas el espectador se puede quedar absorto y buscar la obra de arte en tan grande sinsentido.

   Pero aquí no queda todo. Desde las películas a los sonidos e imágenes, todo el conjunto de la exposición no hace mas que confundir y causar un aturdimiento mental que hace que el espectador, al terminar la visita, salga como si un peso llevase sobre la cabeza, embotándola y haciendo que lo único que quiera es dejar de pensar por un largo tiempo.

   En definitiva, visitar esta exposición no hace mas que confundir a los sentidos y mandar señales al cerebro cada cual mas contradictoria sobre la obra de arte.

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